Sí, hay vida después de la muerte



“He estado sumido en un profundo coma durante una semana en el que viajé a otra dimensión del universo; una dimensión que nunca antes pude llegar a soñar que existiese”. Así arranca el neurocirujano de la Universidad de Harvard, Eben Alexander, su relato en primera persona sobre la vida después de la muerte, una experiencia que le ha hecho creer en la vida eterna y que recogerá próximamente en un libro titulado Proof of Heaven: A Neurosurgeon’s Journey into the Afterlife (La prueba del cielo: el viaje de un neurocirujano a la vida después de la muerte).



A pesar de que el libro no saldrá a la luz hasta el próximo martes 23 de octubre, las tesis de Alexander han generado una intensa polémica en Estados Unidos después de que la revista Newsweek publicase varios extractos del texto. El neurocirujano asegura que antes de vivir esta experiencia había estado bastante alejado de la Iglesia y no creía en la vida más allá de la muerte, pero ahora dice contar con la prueba irrefutable de que estaba equivocado. Precisamente, el debate abierto en torno al relato del médico norteamericano se centra en si una experiencia personal puede ser una prueba científica o no. Para el mayor experto mundial en estos temas, el psiquiatra y filósofo Raymond Moody, no hay duda: “El doctor Eben Alexander es la prueba viviente de que existe vida después de la muerte. Es el caso más asombroso sobre experiencias cercanas a la muerte que he escuchado desde hace más de cuatro décadas estudiando estos fenómenos”.

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Prólogo por Lucía, mi experiencia con la muerte:

He tenido la experiencia de haber estado “muerta y haber visto y oído todo lo que se decía a mi alrededor y vi mi propio cuerpo tirado en la calle – fue un accidente – Es absolutamente real, no somos sólo un trozo de carne, huesos y extremidades, organizado de cierta manera para ser visibles ante los demás. Los componentes de un ser humano son cuerpo, mente, y espiritu.
El cuerpo se puede ver , tocar, picar, cortar en pedazos, electrocutar, estudiar con lupa o como sea por los “expertos en cuerpos”, llamados los profesionales médicos. En cuanto a la mente, no se puede ver como una cosa, por eso, los llamados expertos en el tema solo pueden opinar, hacer suposiciones y conjeturas acerca del cómo y el porqué de las conductas humanas. Es más o menos un sistema de “adivinación o videncias”. La mente humana se forma de los infinitos cuadros de las experiencias felices o desdichadas que al hombre le ha tocado experimentar en su vida. Es una carga emocional que cuando le causa sufrimiento – las experiencias malas – se puede hacer algo al respecto para ayudar a la persona sin necesidad de mantenerlo como un autómata con drogas legales o ilegales.
La otra parte, el espíritu; ese es el verdadero yo. Diríamos la esencia, el alma o como te guste. Esto no es algo de creer o no creer. Es algo que todos, incluso el más desquiciado criminal lo tiene y sabe que lo tiene. Y si no fuera así, ¿cómo es posible experimentar las ilusiones, el amor, la fé, los sueños y las esperanzas?. Todos, tú y yo somos en esencia un espíritu, y como tal, tenemos la fuerza y la potencia infinita para hacer lo que uno quiera hacer. A menos que tú creas que no puedes. Entonces no puedes. “Algo es cierto no porque otro lo dice sino que porque uno mismo lo puede experimentar”. Así que no es extraña la historia del neurocirujano, aunque puede estar adornada la historia por su propia fantasía. Reitero, todos tenemos la habilidad para exteriorizarnos del cuerpo y tener esas experiencias a voluntad o de casualidad motivado por ejemplo un accidente. etc. Con sencillez, simplicidad, cada uno pensando por sí mismos, uno puede darse cuenta que somo un ser maravilloso, fuerte y potente. Autodeterminados. Solo las malas acciones contra otros, disminuyen esa fuerza y habilidades y entonces, hay sufrimiento por la propia responsabilidad.
El Dr. Eben Alexander, profesor de neurociencia en la Universidad de Harvard, se enfermó de una rara forma de meningitis bacteriana en el 2008. Pocas horas después del desarrollo de un fuerte dolor de cabeza entró en coma. Aunque sus posibilidades de supervivencia eran bajas, se despertó del coma siete días más tarde y comenzó a describir una experiencia única. “Yo estaba en un lugar con nubes. Grandes, hinchadas, de color rosa-blanco sobre el profundo cielo azul”, escribió en un artículo para la revista Newsweek.

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